Los niños llevan peor que las niñas que sus padres se divorcien, si bien la mayoría de los problemas de los hijos ya existen antes de que sus padres decidan romper definitivamente su matrimonio y no aumentan por esta circunstancia.
Así lo afirma la profesora de la Universidade do Miño, Barbara Figueiredo, quien hoy ha participado en el curso de verano de la Universidad del País Vasco "¿Qué podemos hacer ante el divorcio y la separación?".
Esta experta señala que la edad más conflictiva para afrontar un divorcio es la comprendida entre los 3 y los 5 años, y asegura que "es normal" que en una primera fase el niño esté triste y añore a su familia.
Uno de los principales problemas se manifiesta con las mudanzas y los cambios de vida porque el niño "no sabe qué le espera" y se enfrenta a una situación que puede acarrearle dificultades en la asimilación de ciertas competencias.
Para evitar que el menor viva "en dos mundos diferentes", esta especialista subraya que la mejor solución es la custodia compartida y que las reglas sean las mismas o lo más parecidas posibles en las casas del padre y de la madre.
El problema suele surgir, a su juicio, cuando los pequeños forman parte del conflicto y los padres no se hablan, puesto que no debería haber ninguna anomalía si la ruptura se pacta.
Figueiredo se refiere a diversos estudios que afirman que la satisfacción de los divorciados va aumentando después de tomar la decisión y superar la negatividad que arrastraban.
Tras apuntar que el 40 por ciento de los divorcios se firman durante la primera década del matrimonio, la experta asegura que la mitad de los divorciados se vuelven a casar.
Principalmente los hombres, que lo hacen antes, ya que su nivel de estrés suele ser menor antes y después de formalizar la ruptura, mientras que la tensión entre sexos se equipara en el momento del divorcio.
La profesora de la Facultad de Psicología de la UPV y directora del curso, Sagrario Yárnoz, ha reconocido que es difícil dar "recetas" para afrontar un divorcio, si bien ha aconsejado que no se tome como "una ofensa personal".
Yárnoz, quien ha insistido en que un divorcio no es sino "situación transitoria", ha lamentado que haya personas cuyo fin sea "fastidiar" a su ex pareja, incluso valiéndose de sus hijos.
Para la directora del curso, un divorcio debe limitarse a un "mal trago" y entenderse como una "puerta abierta" y una oportunidad de renovarse.
Artículo publicado en nuestra Web originalmente el 20-08-2009.
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